jueves, 13 de octubre de 2016

Y al final ... Premio

 Madrugué un poco para amanecer al pie del agua. Durante el descenso por el valle, me sorprendió la niebla. Se intuían las montañas más altas, pero abajo la visión sería escasa.
Una vez en el lugar, monté el equipo y me dispuse a afrontar la jornada en ausencia del sol, si bien quedaba poco para que sus rayos se abrieran paso entre la bruma.
 Las temperaturas ya se habían desplomado bastante, sin embargo intentaría hacerme con algún black bass.
El caso es que pude divisar algunos orillados, así que me dispuse a tentarlos.
Los primeros minutos fueron infructuosos y pensé en un bolo mayúsculo. ¡¡No hacían caso!!
Fui desplegando todo mi arsenal, hasta que llegué a un cangrejo montado con un pequeño jig.
 Con este montaje, hasta alguno gordo hacía caso, si bien se mostraba reacio a escasos centímetros de él.
A pesar de ello, algunos ejemplares jóvenes fueron animando la mañana.
 Me aventuré por la orilla sin ponerme el vadeador. Cuando tenía los pies húmedos volví sobre mis pasos al punto de partida y seguí con el cangrejo.
Es un acierto llevar un equipo ligero, ya que se disfrutan mucho más.
 El último de todos los que saqué era de mayor porte, así que me entretuve tomando algunas instantáneas cuando ya lo tenía bajo control.
Y ciertamente me proporcionó alguna imagen interesante.
A pesar de la insistencia, los peces se fueron moviendo hacia aguas más profundas, por lo que cambié de escenario.

En la nueva ubicación saqué dos peces más con una lombriz de vinilo, si bien mi objetivo era encontrar escenarios para el próximo año.
De camino a casa, a veces me paro a contemplar la belleza del padre Miño. Un río que a pesar de todo el mal que le han hecho los embalses, se las arregla para mostrar todo su esplendor.

martes, 4 de octubre de 2016

Últimos lances

Es un momento que le llega a muchos pescadores. Y yo no iba a ser una excepción. Los basses se preparan para el letargo, así que ya no quedarán muchas salidas de pesca tras estos centrárquidos.
Debemos apurar los últimos lances.
 Iba a intentarlo en este embalse, pero me encontré un nivel muy bajo. La mayor parte de las estructuras estaban al descubierto y sólo se divisaban alevines de black bass en zonas someras.
Y cómo buscaba algo más de acción, pues opté por irme a un lugar alternativo.
 Una vez en el lugar, comenzó la acción. Basses discretos, con algún ejemplar enorme que no hacía caso a mis señuelos. Así que tocó divertirse con lo que había.
El cangrejo de vinilo fue mi aliado.
 Como no me había puesto el vadeador, tuve que conformarme con lo que había a tiro.
A continuación, lombriz de vinilo. Para mí un clásico con los basses.
 A veces divisaba un grupo de varios ejemplares, con alguno grande por medio. Sin embargo, los más peques se abalanzaban sobre el vinilo.
Menos mal que el equipo ligero ayuda a disfrutar un montón.
Con una lombriz discreta, me harté a clavar pequeñajos. Era una gozada.
Mientras pescaba, se acercó un pescador de la zona, con el que hablé un buen rato. Y poco después llegó otro más. Fue una charla muy amena, ya que hablamos bastante de señuelos y legislación.
Para entonces yo ya había colocado un paseante en mi grapa. Este me proporcionó bastantes capturas, hasta que un bass un poco más grande de la media me rompió la línea cuando me disponía a sacarlo del agua. La próxima seguro que llevo un grip, para casos como este.